jueves, 29 de abril de 2010

"V" de violencia.



En un mundo de ficción sin escala de grises, La nueva serie de “V”, da una perspectiva interesante sobre las motivaciones de los terroristas. Sorprende por ser un mensaje nada envuelto en panfletismo nacionalista. Aunque por desgracia si se tiñe con mamarrachadas sentimentaloides sobre la naturaleza de las emociones humanas. Visto desde la perspectiva más inquisitorial este aspecto, se encuentra por oposición en los desalmados visitantes; una forma de control mental que asusta de lo familiar que parece. Mezcla de estado de relajación zen, maternalismo sobre protector, y con notas de radiación mística.

Si la serie progresa adecuadamente, puede que más de un descerebrado hijo malcriado del imperialismo, se platee las verdaderas intenciones de las bienintencionadas naciones. Que esparcen la libertad y el modo de vida americano, por los países conflictivos repletos de recursos naturales.

Volvamos al aspecto más peliagudo del asunto, control mental, expolio de recursos, invasión a través de la devoción y la modificación del modo de vida y necesidades. Todo muy interesante, pero lo más importante y peligroso es el equilibrio entre las motivaciones racionales y la inclinación hacia la violencia. La línea que separa a un luchador de la libertad, de un terrorista es fina, y solo puede percibirse desde la perspectiva opuesta a la natural. Palabras del señor Arafat que son difíciles de rebatir. Y en palabras de otro gran erudito; “Cada hombre es una maquina de matar esperando la razón por la que desatar su enorme poder de destrucción, por que cuando a uno le empujan, matar es tan fácil como respirar”. ¿Alguien se atreve a adivinar de qué sabio guerrero son estas palabras? Si amigos, John Rambo.

1 comentario:

  1. Ya pensaba que habías abandonado para siempre el blog, cobardere!

    Tengo ganas de hincarle el diente a la serie, ya que me han dicho que está bastante curiosa. Así que, como pronto me quedaré sin Perdidos y Big Bang, tendré un hueco importante que rellenar.

    PD: Grandes enseñanzas nos ha dejado Rambo, vaya que sí.

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